Más allá de las etiquetas: El arte de la percepción integral del mundo

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Poner etiquetas es una valoración negativa y excesivamente generalizadora de uno mismo o de otra persona, realizada sin pensamiento analítico y a menudo basada en un único evento o acción.

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A la gente le encanta ponerle una etiqueta a otra persona, lo cual los libera de la necesidad de pensar para siempre.

W. Somerset Maugham

Por ejemplo:

ok
Llegó tarde a una reunión – irresponsable
ok
Hizo algo por sí mismo – egoísta
ok
Está tumbado en el sofá en su día libre – perezoso
ok
No aprobó un examen – estúpido
ok
Fue despedido del trabajo – fracasado

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Esto recuerda a un hábito infantil. Los niños usan activamente etiquetas porque están aprendiendo, descubriendo el mundo y aún desconocen mucho.

Necesitan organizar rápidamente un gran volumen de nueva información. En cambio, un adulto es capaz de analizar la información antes de sacar conclusiones.

Nosotros, los seres humanos, somos entidades complejas y multifacéticas. Nuestras acciones son ambiguas, nuestro comportamiento depende del estado de ánimo, de la etapa de nuestra vida y de innumerables otros factores.

Reducir todo a una sola etiqueta es como tratar de describir toda una película con una sola escena. Muchos detalles importantes, circunstancias y matices se perderán.

Etiquetarse a sí mismo es destructivo y disfuncional. Su "yo" no se puede reducir a una única designación definitiva. Este modo de pensar conduce a la costumbre de simplificar y no entenderse a uno mismo.

Y cuando etiquetas a los demás, hay una alta probabilidad de que tu percepción de la persona sea unilateral.

Como resultado, esto puede llevar a problemas serios en las relaciones con los demás, ya que a nadie le gusta ser etiquetado.

¿Entonces qué debemos hacer? Busque y tenga en cuenta pruebas que contradigan sus etiquetas.

Por ejemplo, alguien se coló delante de ti en la fila, y de inmediato piensas que esa persona es grosera.

Tu estado de ánimo empeora.

En esta situación, vale la pena considerar que la persona puede tener razones válidas para apresurarse y no deberías etiquetarla de inmediato.

También queremos sugerir algunos ejercicios sencillos:

Imagina que las personas caminan con etiquetas en la frente («feo», «fracasado», «tonto», etc.). Cuando veas tal etiqueta, intenta arrancarla mentalmente.

Toma una caja vacía y un cuaderno o un paquete de pegatinas.

Cada vez que te sorprendas poniendo una etiqueta, escríbela en un papel y tírala en la caja. También puedes anotar estas etiquetas en las notas de tu teléfono y luego transferirlas a la caja en casa.

Destruye el contenido de la caja semanalmente.

Intenta reemplazar etiquetas negativas por positivas.

Por ejemplo, en lugar de «estúpido», piensa «ingenioso». Puede parecer extraño, pero vale la pena intentarlo.

Una alternativa a poner etiquetas es la percepción integral y multifacética de uno mismo y de los demás, teniendo en cuenta las diversas cualidades de una persona, tanto sus fortalezas como sus debilidades.

Solo al liberarte de percibir el mundo y a ti mismo a través de etiquetas, podrás comprender cuán multifacéticos son tú y las personas que te rodean.